domingo, 17 de abril de 2022

TODO ESTÁ CUMPLIDO (JUAN 19,30)


Les comparto mi reflexión en el servicio de las 7 últimas palabras de Jesús en la parroquia San Ignacio de Loyola de Boston

¡Un gran abrazo de Pascua de Resurrección!

Pensemos en las veces en que tenemos la oportunidad de decir “todo está cumplido” o expresiones similares como “lo logré” o “ya está hecho”. Seguramente nos vienen a la mente experiencias positivas, que nos llenan de satisfacción o serenidad. Tras mucho trabajo o estudio, o tras haber atravesado alguna dificultad, cuando la meta está lograda o el problema resuelto, es motivo de celebración. Sin embargo, Jesús dice “todo está cumplido” en una situación muy distinta. Desde la cruz, sufriendo una muerte cruel e injusta, habiendo sido abandonado por la mayoría de sus seguidores. Sus poderosos adversarios han conspirado para matarlo, incluso consiguiendo que uno de sus discípulos lo traicione. Si miramos la escena fríamente, aparentemente, la misión de Jesús ha fracasado. ¿Por qué, entonces, Jesús habla de misión cumplida?

Si sabemos mirar con los anteojos de la fe, Jesús no ha sido derrotado y tiene razones para decir “todo está cumplido”. En medio de su agonía, le queda la consolación -en su sentido ignaciano- de mirar el camino recorrido y afirmar que la misión que le encargó Dios Padre ha sido realizada con pasión y fidelidad. Jesús ha contagiado la alegría por la venida del Reino de Dios, transformando la vida de muchísimos al ofrecerles, en nombre de Dios, perdón, sanación, liberación, dignidad, amistad genuina. Jesús ha amado hasta el extremo, llevando el mensaje de Dios hasta las últimas consecuencias, poniendo su propia vida en riesgo. Su estilo de vivir muestra que el amor es capaz de vencer el miedo, el odio, la mentira, el abandono. La muerte de Jesús solo adquiere sentido al mirar su vida entregada por el proyecto de Dios, enseñándonos que, unidos a Dios y a nuestros hermanos y hermanas, es posible desafiar la muerte y el mal para transformarlos en bien. El testimonio de Jesús nos restaura para vivir como seres humanos auténticos, creados para ser imagen y semejanza de Dios. ¿Acaso todo esto no es motivo suficiente para decir “todo está cumplido"?

Al mirar la cruz, no contemplamos una derrota, sino la victoria del Dios revelado en Jesús. En estos días santos del Triduo Pascual, recordemos que la vida, muerte y resurrección de Jesús el Cristo ha cambiado para siempre la historia humana, confirmando la primacía del amor sobre el pecado en el mundo. La salvación de Dios y su promesa de vida en abundancia ha llegado para quedarse y darnos esperanza ante tantas malas noticias. En ese espíritu, hagamos nuestras las palabras de Jesús: “todo está cumplido”. Acojamos esta buena noticia y renovemos nuestro compromiso de ser sacramento, signo vivo, de aquello que Jesús ha hecho por nosotros.