martes, 9 de febrero de 2021

EL VUELO DE LA VACUNA

Captura de pantalla del Facebook de UNPRG Lovers

El Perú está siendo duramente golpeado por la segunda ola de la COVID-19. El último mes nos ha traído a la memoria los peores momentos del año 2020. Escenas de familias desesperadas buscando oxígeno o cama UCI, así como avisos de nuevos decesos cada día, vuelven a ser el pan de cada día. A esto se suman los temas irresueltos del estallido social de noviembre pasado y el panorama penumbroso de las elecciones del próximo abril. En el año del Bicentenario de nuestra Independencia, todo pareciera pintar mal.

Considerando ese escenario sombrío, no es de extrañar que la llegada del primer lote de vacunas al Perú ha sido una fiesta nacional. La cobertura de los medios de comunicación fue a todo dar. Pero quienes realmente se robaron las cámaras fueron los amigos de UNPRG Lovers, un grupo de chiclayanos a quienes se les ocurrió transmitir vía Facebook Live el vuelo de la vacuna hacia el Perú. Desde China hasta su desembarque en El Callao, cientos de miles de peruanos siguieron el acontecimiento acompañados de cumbia, nuestras canciones patrióticas y la chacota típica del humor nacional. Aunque algunos lo consideren una excentricidad, la verdad es que terminó alcanzando 913 mil reproducciones.

Muchos verán en esto una anécdota más del genio creativo peruano, capaz de reírse de las desgracias para encontrar motivos para seguir adelante. Honestamente, creo que hay algo más. Al conectarme, lo que mis ojos vieron fue un espacio de encuentro entre personas diversas, que no nos conocemos cara a cara, pero que compartimos un amor por el Perú y un deseo hondo de que las cosas se hagan bien para que el sufrimiento acabe. Allí se respiraba fraternidad y esperanza. Éramos testigos de una hermandad espontánea que celebraba que la muerte y el llanto no serán para siempre, y que la vida, al final, triunfará.

El espíritu reinante en ese espacio virtual me llenó de esperanza. Y no me refiero solo a las vidas que serán protegidas gracias a esas vacunas. En ese momento, sentí que los peruanos tenemos ganas de “querer ser pueblo”, como dice el papa Francisco; es decir, de entendernos como un nosotros que es más que una suma de individualidades (1). Un pueblo se construye a través de experiencias que hermanan, donde se forjan vínculos de amistad social, se descubren las cosas en común y se aprende a soñar juntos. Ser pueblo “es formar parte de una identidad común hecha de lazos sociales y culturales”, lo que constituye la base para pensar en un proyecto colectivo, que promueva la dignidad de todos y todas, y que se haga realidad gracias al compromiso colectivo (2). En la fiesta por la vacuna, reconocí un potencial para caminar hacia ese horizonte.

No quiero pecar de excesivo optimismo, pues admito que son muchas las limitaciones para constituirnos en pueblo. El Perú es de los países con más alto índice de desconfianza entre ciudadanos, donde la precariedad de la vida y la violación de derechos fundamentales se trata con normalidad, donde prima una cultura que privilegia la acción individual por encima de la colectiva, y donde la clase política decepciona cada día más. Basta ver las voces mezquinas de quienes se andan quejando que 300 mil vacunas no son suficientes para que la esperanza se desinfle un poco. Sin embargo, el domingo pasado sentí que no éramos causa perdida, tal y como los profetas de calamidades nos quieren vender siempre. Cuando nos lo proponemos, podemos aspirar a ser un Perú nuevo, regenerado desde el encuentro jovial y el trabajo duro de quienes formamos parte de esta nación.

Quizás mi esperanza no es tan infundada. “Poner el hombro” es uno de los lemas que han acompañado la algarabía por la llegada de la vacuna. Es un llamado a que cada uno asuma su responsabilidad en esta lucha que es de todos, y en la que solo nos salvaremos trabajando juntos. En el fondo, la pandemia es una oportunidad de aprendizaje. Ojalá sepamos mirar más lejos y hacer de esa alegría por las vacunas un motivo para hacernos más hermanos, soñar juntos el Perú que queremos y poner el hombro para hacerlo realidad.


(1) Papa Francisco, carta encíclica Fratelli Tutti, n. 77.
(2) Papa Francisco, carta encíclica Fratelli Tutti, n. 157-158