domingo, 13 de abril de 2025

SEMANA SANTA PARA REAVIVAR LA ESPERANZA

 


Fuente: Encuentra

Llegamos a la Semana Santa en medio de un momento lleno de oscuridad, donde la prepotencia del más fuerte y el menosprecio a la dignidad de las personas parecen convertirse en costumbre por todo el mundo. ¿Cómo no sentirse desesperanzado en medio de tantas malas noticias?

Quiero compartir que tuve otra mirada ante la crisis que enfrentamos gracias al comentario de mi amigo teólogo Alex Gruber para este Domingo de Ramos y el compartir con mis amigos de Rabbuní, una comunidad de jóvenes profesionales.

Alex ponía la atención en una parte de la narración de la Pasión del evangelista Lucas —la lectura del Evangelio del Domingo de Ramos este año que pasa un tanto desapercibida. Ocurre en el contexto de aquella última cena, en que Jesús se despide de sus apóstoles, renovando la promesa del reino de Dios y ofreciendo su Cuerpo y Sangre como ofrenda para una nueva Alianza entre Dios y la humanidad, aunque admitiendo con dolor que eso pasaría por la traición de un amigo. Dice el evangelio de Lucas que, tras estas palabras de Jesús, entre los discípulos se produjo un altercado sobre “quién de ellos parecía ser el mayor” (Lc 22,23).

¿Acaso no resulta frívolo preocuparse por esto ante el desconcertante anuncio que Jesús ha hecho? Si nos ponemos en los zapatos del grupo de la última cena quizás no resulta tan descabellado. Jesús les está anunciando que ya no va a estar con ellos, una noticia que es difícil de procesar. ¿Acaso preguntarse por quién era el mayor entre los discípulos era una manera de plantearse quién los iba a liderar de aquí en adelante?

Sin embargo, Jesús interviene para invitarles a no caer en la desesperación y perderse en lo que no es fundamental. Él les dice:  

“Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no sea así entre ustedes, sino que el mayor entre ustedes sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.” (Lc 22, 24-27)

Ante una crisis que amenaza todo lo que ha construido, Jesús tiene claro que no hay futuro para su comunidad si se olvida que la conquista del poder y la realización de ideales por más justos que estos sean no es el corazón de su vida, mensaje y práctica. Jesús ha venido a comunicar el amor infinito y universal de Dios, que transforma a quienes lo conocen en portadores de esperanza y servidores del prójimo sin fronteras ni exclusiones. El corazón de su misión es que el amor divino sea materializado por una comunidad comprometida con cuidar de la vida por encima de todo. En aquella última cena, Jesús les recuerda a sus discípulos la más fundamental de sus enseñanzas y la manera en que ha vivido su liderazgo y su estilo de estar para los demás.  

Ante un mundo donde se expanden liderazgos, valores y estilos autoritarios, cuya ambición de poder y prepotencia no aceptan ni los límites básicos del respeto al otro, esta Semana Santa el testimonio de Jesús nos devuelve al corazón de lo que significa ser humanos. Somos grandes no por estar sentados a la mesa para ser servidos, sino por convertirnos en servidores de los demás. Cada uno a su manera, según sus dones y circunstancias, pero cada uno contribuyendo a globalizar el amor que se hace cuidado y servicio.

En medio de un mundo de sombras, la memoria de la vida, muerte y resurrección de Jesús nos invita a trabajar para que nuestras comunidades estén centradas en practicar el amor que cuida la vida y se preocupa por tratar bien a los demás, especialmente con quienes piensan diferente o quienes están en condiciones de penuria. Esta Semana Santa, no cedamos ante la tentación de la desesperanza y la indiferencia. Al contrario, reavivemos la esperanza en un mundo más fraterno y justo de la mano de Cristo crucificado y resucitado. Unidos a Él y a su amor hecho compromiso con el cuidado de la vida forjemos caminos de luz en medio de las tinieblas.