La temporada navideña va llegando a su fin. Para muchos es un tiempo “mágico”. Algo así como una inyección de alegría para cerrar el año y comenzar el nuevo. Comida, regalos, unión familiar, buenos deseos, gratitud por lo vivido y proyecciones para el futuro. Pero su efecto resulta pasajero. Rápidamente nos encontramos de “vuelta a la realidad” y la magia de la Navidad se va desinflando. El reto está en hacer de esta alegría algo duradero. Y eso pasa por entender la Navidad como un tiempo que nos renueva en la búsqueda de una vida feliz y con sentido.
Quizás es la imagen del Niño Dios en el pesebre
la que mejor capta la auténtica alegría que despierta la Navidad. Los niños son
capaces de despertar ternura y querer sin condiciones o barreras. Son ellos
también los que nos recuerdan que el ser humano necesita del amor y el cuidado
de los demás para encauzarse en la vida. Que Dios se nos muestre como un niño
es un recordatorio que la felicidad es experimentarnos amados y cuidados sin
merecerlo, ser reconocidos como valiosos y bellos tal y como somos.
En Navidad, celebramos que Dios decide hacerse
parte de nuestra historia para desafiar nuestras lógicas y recordarnos qué hace
la vida realmente feliz. Pero sabernos amados incondicionalmente no solo es motivo
de un gozo individual, sino una invitación a compartir esa buena noticia con
otros, a hacer de nuestra vida un regalo para los demás. Para que la magia
navideña no acabe al llegar enero, estamos llamados a transformar esa alegría
en compromiso con el proyecto de Jesús, quien vino a que todos puedan disfrutar
de aquel amor incondicional que da un sentido decisivo a la existencia.
Que este 2020 sea un tiempo para aprender a
mirar nuestra realidad desde el misterio de la Navidad; es decir, desde la
convicción que caminamos con un Dios que nos ama y que no quiere que nadie
quede excluido de ese amor.
Me ha encantado tu reflexión estimado Juan Miguel y cierto lo que mencionas. La alegría navideña no es duradera sin embargo intensa. La invitación permanece en se seguir gozando de la presencia de Dios Emmanuel con una actitud de niños que acogen sin barreras. Feliz año nuevo.
ResponderEliminarCrispin, gracias por leer esta reflexión. Recoges muy bien lo que quise comunicar. A ponerse en camino en el gozo de que Dios-está-con-nosotros.
Eliminar*en seguir...
ResponderEliminarHola Juan Miguel, una excelente idea el tener este blog. Me encantaría tener tus reflexiones sobre los cursos que estás llevando. Un gran abrazo en estos momentos de renovación. Juan Ansion
ResponderEliminarHola Juan, gracias por animarme en este camino. Intentaré escribir una vez por semana, compartiendo textos cortos pero que ayuden a arrojar preguntas. Encantado de recibir tus comentarios. Otro abrazo
EliminarBuena reflexión, la magia de la navidad no debe acabar en enero, debe transformarse en un compromiso duradero. Saludos, Mili.
ResponderEliminarGracias, Milagros. En efecto, de eso se trata! Abrazo
EliminarMe conmovió tu reflexión, Miguel. Gracias por compartirla. Un redescubrimiento de la Incarnación es lo que necesita este mundo. ¡Bendiciones! -Charlie
ResponderEliminarCharlie, gracias por leer el texto. Tienes toda la razón. Volver al misterio del Dios encarnado nos anima a una conversión urgente para salvar este mundo. Te veo pronto por Boston. Abrazos
EliminarBuen año 2021 querido Jme el más grande abrazo para ti💛
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