lunes, 27 de enero de 2020

PREFERENCIAS APOSTÓLICAS



Si Dios nos hablará en este momento, ¿qué nos pediría? ¿Cuál es la vocación particular a la que nos está llamando? Esas son preguntas que acompañan a un cristiano a lo largo de su peregrinación en este mundo. La meta es que esas inquietudes nos conduzcan a asumir una opción de vida, un proyecto y acciones concretas. Todo ello, sin duda, se alimenta y se actualiza a través de lo que vamos descubriendo conforme nos adentramos en el misterio de Jesús y en la realidad que nos rodea.

Para orientarnos en un camino que puede ser enrevesado es fundamental el discernimiento como camino para tomar decisiones y definir líneas que nos orienten en el servicio a Dios y al mundo. Discernir no es meramente hacer un planeamiento estratégico, sino abrirnos a la escucha atenta de Dios que nos expresa su voluntad a través de las circunstancias nuevas que van emergiendo. Nuestras decisiones deben ser respuesta a ese llamado, que muchas veces nos desafía a ir más allá de lo que damos por certeza. El Dios de los cristianos es experto en remecer el piso y pedirnos abandonar nuestras rutinas y comodidades para responder a los nuevos desafíos con creatividad, valentía y confianza en la eficacia de su amor.

A la larga, todo discernimiento conduce a decisiones que nos inspiran a renovar nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio de Jesús. Discernimos con la finalidad de saber cómo servir mejor al mundo en el que vivimos. Un buen ejemplo son las “preferencias apostólicas universales” de los jesuitas, que sintetizan los 4 campos en los cuales reconocen que Dios los llama a colaborar con su misión hoy: 1) mostrar el camino hacia Dios por medio de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento, 2) caminar junto a los pobres en una misión de reconciliación y justicia, 3) acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador y 4) colaborar en el cuidado de la casa común. Esta decisión es fruto de un proceso de discernimiento de 16 meses que ha implicado consultas a sus miembros y el examen de los desafíos contemporáneos en la Iglesia y el mundo.

Sin duda, estas opciones deben concretarse en acciones para que no se queden simplemente en buenas intenciones. Pero para actuar es imprescindible tener un marco de referencia que guíe el quehacer y haga eficaz nuestra acción. Las “preferencias apostólicas” constituyen, por tanto, una brújula para orientar el compromiso por anunciar el Evangelio ante el “cambio de época” que vivimos y que provoca numerosas heridas y conflictos. Al mismo tiempo, son una manera de entrecruzar nuestras preocupaciones con las de otros en la Iglesia y más allá de ella. Saber que no estamos solos en nuestra búsqueda de un mundo más fraterno y justo no solo es motivo de alegría, sino también una invitación a sumar esfuerzos y reconocernos como comunidad de creyentes unidos en la misma fe y encaminados hacia el mismo fin.

Cuán provechoso sería que todos en la Iglesia, a nivel personal y comunitario, nos preguntáramos cuáles son nuestras preferencias apostólicas. Es decir, a qué queremos comprometer decididamente nuestra acción como discípulos misioneros de Jesús en respuesta a los desafíos que nuestra realidad nos presenta. Lo planteo, porque hace poco en una clase me pidieron escribir mis preferencias apostólicas y fundamentar por qué eran importantes para mí y para el conjunto más amplio de la Iglesia. Hacer el ejercicio fue una experiencia gozosa, ya que implicó reencontrarme con los motivos por los que me apasiona seguir a Jesús y mis anhelos de vivir como un cristiano coherente y comprometido. Además, me permitió volver sobre mi historia personal, que, de una u otra manera, estructura aquello a lo que quiero dedicar mi existencia como servicio a otros y a Dios.

Aquí les dejo un resumen de lo que escribí, por si se animan a discernir sus propias “preferencias apostólicas”.
  1. Desarrollar una reflexión teológica que contribuya a “inculturar” el Evangelio en el “cambio de época” que vive nuestro mundo
  2. Acompañar a los jóvenes en el discernimiento de un proyecto de vida fecundo
  3. Construir puentes con los no creyentes para descubrirnos como miembros de una misma familia humana con preocupaciones compartidas
  4. Servir a los pobres y excluidos como camino para re-descubrir el Evangelio y encontrar nuevas respuestas a los desafíos contemporáneos
  5. Cultivar una espiritualidad que testimonie en mis acciones cotidianas la verdad del Evangelio a través del amor al prójimo y a toda la creación


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