sábado, 1 de febrero de 2020

SABOREAR LA VIDA

Fuente: ABC

La película “The Two Popes” ha resultado atractiva tanto para creyentes como para no creyentes. Los críticos de cine y los expertos “vaticanólogos” han dado buenos motivos para reconocerla como una obra maestra y un retrato fidedigno de las dinámicas institucionales en la Iglesia católica. Más allá de su valor cinematográfico, la película posee una riqueza de símbolos y palabras que invitan a profundizar en el significado de vivir la fe cristiana hoy.


Fue el personaje de Benedicto XVI, representado por Anthony Hopkins, quien me dejo pensando mucho. Coincido con Víctor Hugo Miranda S.J. en lo potente que resulta que Benedicto XVI, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, confiese que no es capaz de escuchar a Dios. En palabras de Víctor Hugo, “esta afirmación de Benedicto es una muestra de vulnerabilidad humana de los líderes religiosos, quienes en ocasiones están cubiertos por una especie de halo de infalibilidad o incapacidad de equivocarse, o de sentirse confundidos. El papa, como cualquier otro ser humano, puede atravesar por un momento difícil y sentirse alejado de Dios.”

Benedicto, tras una difícil batalla interior, transforma su incapacidad de reconocer la presencia de Dios en una oportunidad de conversión. El encuentro con Jorge Bergoglio, si bien inicialmente tenso, lo descentra de sí mismo y le permite mirar la vida de la Iglesia desde otra perspectiva. Poco a poco, el diálogo va siendo ocasión no solo para confirmar su decisión de renunciar al papado, sino también para examinar su propia vivencia de la fe.

En ese sentido, uno de los momentos más conmovedores es cuando Benedicto pide ser confesado por Bergoglio. Sus primeras palabras son pedir perdón por haber “fallado en tener el coraje de saborear la vida en sí misma” y, más bien, haber preferido esconderse en libros y estudio, retirándose del mundo real. En estas palabras, aparece una lúcida lección: no podemos escuchar a Dios si es que no vivimos nuestra humanidad a cabalidad y en interacción con nuestro mundo.

¿Acaso a muchos que nos llamamos cristianos no nos ha pasado alguna vez algo similar? ¿Cuántas veces hemos preferido aislarnos en lo que nos da seguridad por que nos da miedo involucrarnos a fondo con los problemas de nuestro entorno? ¿Cuántas veces hemos dejado de saborear la vida por creer que ser santos es privarnos de todo lo que es humano? Esta representación de Benedicto XVI nos recuerda cuál es el núcleo de la experiencia cristiana, que tan bellamente expresa el evangelista Juan: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (10: 10).

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El artículo de Víctor Hugo Miranda S.J. puede consultarse en https://politeama.pe/2020/01/20/dos-miradas-dos-estilos-dos-papas/

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