Fuente: ABC
La película “The Two Popes” ha resultado atractiva tanto para creyentes como para no creyentes. Los críticos de cine y los expertos “vaticanólogos” han dado buenos motivos para reconocerla como una obra maestra y un retrato fidedigno de las dinámicas institucionales en la Iglesia católica. Más allá de su valor cinematográfico, la película posee una riqueza de símbolos y palabras que invitan a profundizar en el significado de vivir la fe cristiana hoy.
Fue
el personaje de Benedicto XVI, representado por Anthony Hopkins, quien me dejo
pensando mucho. Coincido con Víctor Hugo Miranda S.J. en lo potente que resulta
que Benedicto XVI, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, confiese
que no es capaz de escuchar a Dios. En palabras de Víctor Hugo, “esta afirmación de Benedicto es una muestra de vulnerabilidad
humana de los líderes religiosos, quienes en ocasiones están cubiertos por una
especie de halo de infalibilidad o incapacidad de equivocarse, o de sentirse
confundidos. El papa, como cualquier otro ser humano, puede atravesar por un
momento difícil y sentirse alejado de Dios.”
Benedicto, tras una
difícil batalla interior, transforma su incapacidad de reconocer la presencia
de Dios en una oportunidad de conversión. El encuentro con Jorge Bergoglio,
si bien inicialmente tenso, lo descentra de sí mismo y le permite mirar la vida
de la Iglesia desde otra perspectiva. Poco a poco, el diálogo va siendo ocasión
no solo para confirmar su decisión de renunciar al papado, sino también para
examinar su propia vivencia de la fe.
En ese sentido, uno
de los momentos más conmovedores es cuando Benedicto pide ser confesado por
Bergoglio. Sus primeras palabras son pedir perdón por haber “fallado en tener
el coraje de saborear la vida en sí misma” y, más bien, haber preferido
esconderse en libros y estudio, retirándose del mundo real. En estas palabras,
aparece una lúcida lección: no podemos escuchar a Dios si es que no vivimos
nuestra humanidad a cabalidad y en interacción con nuestro mundo.
¿Acaso a muchos que
nos llamamos cristianos no nos ha pasado alguna vez algo similar? ¿Cuántas
veces hemos preferido aislarnos en lo que nos da seguridad por que nos da miedo
involucrarnos a fondo con los problemas de nuestro entorno? ¿Cuántas veces hemos
dejado de saborear la vida por creer que ser santos es privarnos de todo lo que
es humano? Esta representación de Benedicto XVI nos recuerda cuál es el núcleo de la experiencia cristiana, que tan bellamente expresa
el evangelista Juan: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
(10: 10).
El artículo de Víctor
Hugo Miranda S.J. puede consultarse en https://politeama.pe/2020/01/20/dos-miradas-dos-estilos-dos-papas/
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