lunes, 10 de agosto de 2020

JORGE ÁLVAREZ CALDERÓN: TESTIMONIO DE COMPAÑÍA, CUESTIONAMIENTO Y SANTIDAD

Tres días después de celebrar tus 90 años nos tocó despedirte. Las palabras no alcanzan para decir cuánto fruto diste en tu terca opción por seguir a Jesús desde el mundo de los pobres. Teniendo todas las seguridades del dinero y el buen apellido, decidiste dejar todo eso atrás para anunciar el Evangelio haciéndote pobre como testimonio de tu confianza en Dios y tu compromiso con los más insignificantes.

Tu larga y fecunda vida la dedicaste a acompañar a laicos y sacerdotes en sus caminos por anunciar el Reino de Dios y servir a los pobres aquí y ahora. Al menos 3 generaciones de cristianos se han beneficiado de tu sabiduría y amistad. Tu estilo de ser pastor, tan abierto a la escucha y a la acogida, nos ayudó a descubrir los modos particulares en que Dios nos llamaba a servirlo en la Iglesia y el mundo. Tu manera de relacionarte nos ha mostrado el rostro tierno del Dios que Jesús nos ha revelado: siempre tan cercano, tan generoso, tan alegre, tan incisivo, tan profundo, tan juguetón, tan libre.

Tus palabras de agradecimiento en la misa por tu cumpleaños reflejan tu vida: "uno se siente muy pequeño ante todo esto. Por eso le agradezco a Dios que me tenga hasta ahora y los tenga a ustedes como compañía, como cuestionamiento, como santidad". Gracias por haber sido eso para todos tus amigos: testimonio de compañía, cuestionamiento y santidad.

Seguirás entre nosotros a través de la vida de tantos a quienes acompañaste e inspiraste. Como dijeron tus amigos, al organizar la misa por tus 90 años, fuiste “sal de la tierra y luz del mundo” (Mateo 5: 13-16). Tu memoria nos seguirá animando en el camino de dar razón de nuestra esperanza en el Perú de nuestros días, tan herido y a la vez tan lleno de esperanzas.

Hoy te toca abrazarte largamente con Aquel a quien le ofreciste todo lo que eras. No cabe duda que ya estás en el banquete del Reino celestial, sentado a la mesa con los preferidos de Dios, los pobres a quienes ofreciste tu sacerdocio desde aquella primera misión en la barriada de Tres Compuertas (San Juan de Lurigancho) hacia 1960. Te imagino allí escuchando con una sonrisa, haciendo preguntas o compartiendo anécdotas, y en algún rato animándote a cantar y bailar.

Que tu vida nos siga inspirando a ser fieles a la vocación que Dios nos ha llamado. 

Aparecido en el boletín Signos, edición especial del 24 de julio de 2020


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